El renacer de una industria que estaba entre ‘algodones’

Luego de haber sembrado 8.800 hectáreas en 2017, Conalgodón espera que, al término de dos años, sean 50.000 hectáreas.
ENERO  21 DE 2019 – 09:59 P.M.
ABEL CÁRDENAS/PORTAFOLIO

 

El algodón fue el segundo cultivo de exportación del agro más importante, después del café, hace unas décadas. Ahora, La Confederación Colombiana del Algodón (Conalgodón) busca que esta industria vuelva a estos lugares de privilegio. De igual manera, van por buen camino dado que la cosecha de 2019 tiene previstas unas 20.000 hectáreas.

En diálogo con Portafolio, el presidente de este gremio, César Pardo, indicó que para aumentar la producción se requieren coberturas de precios, bajar los costos de producción, integrarse con la cadena de confecciones y control de plagas. De darse estas condiciones, los algodoneros podrían volver a sembrar unas 50.000 hectáreas.

¿Qué proyecciones tienen para la cosecha de algodón para este año?

El algodón está superando una de las crisis más graves que ha tenido como cultivo comercial. Después de haber sembrado casi 400.000 hectáreas (ha) en 1977, en la década del 2000 nos bajamos a unas 40.000 ha y en el 2017 llegamos al punto más crítico en donde se cultivaron unas 8.800 ha. La cifra del 2018 fue de más de 10.000 ha y para este año, esperamos llegar a las 20.000 ha.

Dados los precios internacionales –que han mantenido por encima de los 70 centavos de dólar por libra–, la tasa representativa de mercado y el trabajo que venimos haciendo para disminuir costos, pues tenemos todas las condiciones para que el cultivo del algodón vuelva a ser un cultivo comercial importante dentro de la agricultura colombiana.

Esto no solo para beneficio de los productores y de las zonas algodoneras, sino también para la industria textil nacional.

¿Cuáles son los desafíos que enfrenta el sector para volver a tener la misma fuerza que tuvo en el pasado?

Debemos integrar completamente la cadena, porque estamos solo hasta las textileras. Hay que integrarla con los confeccionistas, porque ellos hoy tienen problemas importantes que tienen que resolverse no aisladamente, sino que tienen que resolverse en conjunto con la cadena. Hemos tenido reuniones con el Ministerio de Comercio y el de Agricultura para que esa complemetación pueda darse este año.

Por otro lado, es importante la compra de cobertura de precios, para que los productores se animen a cosechar y también vayan a la fija con el precio. No estamos pidiendo cosas exageradas, por lo que sería una capitalización del Fondo de Estabilización de Precios del Algodón (Fepa) de unos $20.000 millones. Esto para que se cubran cuatro años, desde el 2019 hasta el 2022, es decir, unos $5.000 millones anuales, para apoyo de compra de coberturas o para dar una compensación directa de acuerdo a la situación que se presente.

Si se da la estabilidad en el sector, ¿cuánto podría aumentar la cosecha?

Si nos va bien, en mínimo dos años volveremos a tener unas 50.000 ha de algodón, lo cual nos alcanzaría para proveer el 50% del algodón que requiere la industria nacional, meta de corto plazo.

¿Qué hay del lado de los costos de producción y del control de plagas?

Tenemos una productividad superior al promedio mundial, por lo que hoy estamos en 935 kg por hectárea, promediando las dos cosechas. Incluso somos mucho más productivos que EE. UU., desde el punto de vista de la productividad. El problema para la competitividad y la productividad son los costos de producción, que son los más altos del mundo.

Van desde el arrendamiento de la tierra, porque el 75% se cultiva en tierra arrendada, hasta la preparación del terreno, con todo del tema de semillas transgénicas. Si bien estas han aumentado la productividad, el costo es elevado porque ha estado supeditado a un único distribuidor; son unos $50.000 por kilo.

No tenemos sembradoras de precisión, lo que hace que en lugar de gastar 10 o 12 kilos por ha, se gasta 15 o 20 kilos y allí se incrementa el costo. Otras variables tienen que ver con fertilizantes, plaguicidas y los costos de poscosecha, que son el transporte y desmote, que es separar la fibra de la semilla.

Del lado de las plagas, se debe continuar y fortalecer el plan de control de picudo, llevado conjuntamente entre el ICA y Conalgodón, incluso en áreas potenciales para evitar focos que impidan el desarrollo de estas nuevas zonas.

Se deben tomar medidas drásticas por parte del ICA para aquellas empresas y/o agricultores que no respeten las fechas de siembra establecidas y la respectiva destrucción de socas.

Por otro lado, queremos integrarnos mejor con los otros cultivos de ciclo corto como lo son el maíz y el arroz, para que los productores tengan una mejor rentabilidad.

SEMILLA TRANSGÉNICA DE AGROSAVIA

César Pardo, presidente de Conalgodón, se mostró positivo sobre la comercialización de la semilla transgénica de Agrosavia, dado que reduciría a la mitad los costos de producción. Vale recordar que Agrosavia, antiguo Corpoica, ofreció en el 2018 variedades comerciales de semilla transgénica, después de haber ganado la demanda a Monsanto. Ahora se debe definir un convenio para la producción comercial de la semilla que sería asumida por una empresa que cuente con el visto bueno de Conalgodón y la supervisión de Agrosavia.

De igual manera, Pardo dijo que, con la reducción de este típo de costos, se podría explorar la idea de volver a exportar, en un plazo no mayor a dos o tres años, hacia mercados de Centroamérica o hacia Perú y Ecuador, como se hizo en años anteriores.

www.portafolio.co

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